Si veinte años no es nada, treinta es casi nada.

Aunque en este caso (que conste que no queremos llevar la contraria a Gardel) el parpadeo de las luces no marca nuestro retorno, porque siempre hemos estado aquí, a tu lado.

Treinta años… casi nada, apenas una mota de polvo en el viento del tiempo, casi nada.

Todo esto viene a cuento porque, con un poquito de locura y mucha ilusión (la que se tiene siempre que se empieza algo), un 1 de septiembre de 1985 comenzábamos esta aventura que dura ya treinta años.

Treinta años en los que las cosas han cambiado de tal forma que no podemos sino sentirnos unos privilegiados por poder continuar aquí.

Hay siempre un momento en el que hay que dar el primer paso y lanzarse sin saber qué puede ocurrir.

Los griegos tienen una palabra para referirse al momento oportuno, a la ocasión para tomar la iniciativa, lo llaman “kairós”. Nuestro kairós tuvo lugar hace treinta años.

Fue el momento oportuno en el que nos lanzamos sin saber qué nos iba a deparar el destino, porque, como diría Forrest Gump, la vida es como una caja de bombones y nunca sabes qué te va a tocar.

En este caso nos ha tocado el gordo: poder continuar aquí después de treinta años.

Por eso, hoy queremos darte las gracias, treinta millones de gracias.